Ya estoy de vuelta. He tardado un poco después de un verano tranquilo, pero con grandes emociones y momentos unicos que aún no había vivido, pero que pude vivir, disfrutar y que nunca olvidaré.
Entre varios viajes, el que marcó este verano de 2012, aparte de el de Sanlucar de Barrameda, fue el que me llevó hasta la Aldea del Rocío, para vivir de cerca, de lleno, el "Rocio Chico" y el traslado de Pastora de la Virgen del Rocio hasta Almonte.
En primer lugar tengo que agradecerle a mi amigo Alberto Arcos, la oportunidad que me dió de ver de cerca El Rocio, (nunca había ido) y estar allí todo un fin de semana en su casa junto a su gente rociera. También a Mari Angeles y en general a toda la buena gente que conocí allí en esa casa por su amabilidad y su buena acogida (spiderman con su helicoptero insuperable jeje). Muchas gracias a todos.
Fue un fin de semana distinto e inolvidable, de muchos buenos ratos, mucho momentos de risas, muchisimos y también de emociones.
Yo era la primera vez que veía a la Virgen del Rocío cara a cara y me impresionó. Era la primera visita que le hacía nada más llegar a la Aldea, estaba vestida de pastora y me gustó muchísimo.
Durante los días que allí pasamos la convivencía fue buenísima, entre palmas, cantes, algunas bromas y muy buena comida, aparte de unos fresquitos.
A la hora del traslado fuimos a verla antes de que abandonara la Aldea, justo antes de que la taparan con su capote para iniciar el camino hacia Almonte.
Yo siempre pensé y dije que el primer año que fuera a verla en procesión, yo me tenía que meter en la bulla y tocarla o incluso llevarla. Una locura, pensaréis, pero así fue.
Estabamos esperandola varios amigos de la casa donde estabamos hospedados y era impresionante las miles de personas que allí había, acompañandola en su procesión, precediéndola, donde se veían muchas promesas ya de camino a Almonte.
Miles de personas iban pasando ya buscando el final de la Aldea y muchas miles más se veían a lo lejos, una marea humana, donde, donde muy a lo lejos se veía a la Blanca Paloma.
Y llegó... Tras un rato esperando, llegó de Pastora y la tuvimos cerca, muy cerca, para disfrutar de Ella y de un momento muy emocionate... Pero yo, tras Ella pasar, me decidí y dije a Alberto "Luego nos vemos, me voy pa' detro", y eso hice, meterme en la bulla.
Era arriesgado, pero no tuve nada de miedo y luché por irme acercando, poco a poco, a espensas de donde te llevara la marea de gente, de almonteños, pero cada vez estaba más cerca, muy cerca, y allí estuve unos pocos minutos hasta que se me escapó un "solo quiero tocarla" y alguien me cogió la mano y me la acercó a su manto rojo... Después, había que salir de allí, más rapido que lento, porque eso es así, unos entran y otros van saliendo, entre la marea que se forma junto a la efusividad de muchos.
Pero la cosa no quedó ahí... Porque pensé que era posible algo más y quería meterme bajo sus andas.
Minutos después la Virgen subió a un pedestal, donde sería tapada para comenzar el camino hacía Almonte, donde allí se vivieron momentos muy tensos, demasiado, pero eso es así y había almonteños más bien tranquilos, pero había otros que incluso entre ellos saltaban chispas.
La Virgen ya tapada bajó de aquel pedestal y comenzó de nuevo su camino hacia Almonte. Yo estaba cerca y volví a meterme en aquella bulla, donde tuve la suerte de saberme mover, porque había grupos de gente muy alterada y en cambio otros con gente mucho más tranquila, que te dejaban avanzar e ir luchando, al igual que ellos, por estar más cerca de Ella, más y más, hasta que conseguí meter mi hombro derecho bajo sus andas, durante unos minutos, solo unos minutos, pero sabieron a gloria.
Unos minutos porque solo me pude colocar en el final de las andas y en cuanto la fuerza de la gente echó hacía atrás, no pude hacer nada y me arrastró, sacandome de aquel sitio a los pies de Ella... Pero no pasaba nada, porque fue poco tiempo, pero fui valiente, entré en aquella bulla y gracias a eso puedo decir que toqué y llevé a la Virgen del Rocio, gracias a eso y gracias a Ella.
Después, ya sin la Virgen en la Aldea, quedaba poco que hacer, pero había que animar la noche y así fue, porque vaya como tocan, como cantan algunos amigos y amigas de la casa y de las que se acercaron esa noche, para poner el broche final.
A la vuelta hacía Linares, hicimos una parada casi obligatoria en Sevilla, en la Capilla de los Marineros para ver a la Esperanza de Triana y al Stmo. Cristo de las Tres Caidas.
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