Amargura, Virgen mía,
corre y llama a San Pedro,
que Alfonso Mota ya viene,
y quiere entrar en tu cielo.
En tu cielo y a tu vera,
como así él fuera siempre,
para mandar en tu paso,
y guiarlo a él de frente.
De frente y poquito a poco,
como tienen que andar los palios,
racheando los talones,
y arriando bien los zancos.
Acógelo, Amargura,
que él a Ti, te quiso siempre,
que él lucho mucho por Ti,
por siempre cerca tenerte.
Por llevarte por las calles,
como Tú te merecías,
sobre 30 corazones,
que por Ti, daban la vida.
Vida como la que el dio,
siempre por su cofradía,
por su Cristo maniatado,
y por Ti, Virgen bendita.
Él fue quien aquí te trajo,
y te llevó por Linares,
para que Tú, con tu persona,
bendijeras sus calles.
Te llevo junto a las Hermanas,
de Sor Ángela de la Cruz ,
para que vieran la belleza,
que reflejaba tu luz.
Luz que iluminaba,
sus grandes corazones,
cuando a Ti te rezaban,
cantando entre oraciones.
Pero a pesar de no ser justo,
alguien te alejo de él,
quitándole aquel martillo,
por el que tanto lucho él.
Y aunque prometió no verte,
más bajo tu palio andar,
la vida así de justa es,
que a tu vera él ya esta.
Porque si hay capataz eterno,
que te quiso con locura,
ese fue Alfonso Mota,
Virgen mía de la Amargura.
Su hijo, José Carlos Mota Camacho,
en Linares, a 7 de Junio de 2009.
Editada Boletín Cuaresma
Hdad. de la Columna de Linares 2010.
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