El 26 de febrero de 1973, un incendio fortuito que tuvo lugar en la Iglesia del Patrocinio, sede de la Hermandad del Cristo de la Expiración , el “Cachorro”, calcinó completamente a la Virgen del Patrocinio y ocasionó graves desperfectos a la imagen del Crucificado, quedando carbonizado su talón y pierna derecha.
Entre el humo sofocante y la ingrata sorpresa del montón de cenizas al que quedó reducido la Virgen de Patrocinio, un hombre, RAFAEL BLANCO GUILLÉN, fue el héroe discreto y humilde que en 1973 salvó de las llamas al Cachorro. Por él, Triana y Sevilla ven cada Viernes Santo la prodigiosa imagen del Cristo de la Expiración , que desgrana a cada paso su agonía.
A las tres de la tarde del 26 febrero del 1973, a la hora de abrir el polvero que había frente a la Capilla del Patrocinio, Rafael Blanco Guillén, un joven de 27 años, alertado por unos muchachos que transitaban en coche por la calle Castilla, vio que la iglesia estaba ardiendo por el humo que salía de la claraboya. En unos instantes se formó un revuelo en la artería del arrabal trianero, la gente corría, lloraba, pero nadie se decidía a actuar. "Dios está arriba y no me pasará nada" se dijo Rafael, trepando por la fachada del templo…
-Me subí por una puerta chica a la iglesia, desde allí a una ventana y después a un balcón -cuenta Rafael-. Estaba la puerta cerrada y rompí un cristal de una patada. No conocía el interior de la Capilla y todo estaba lleno de humo. Pero me pegué a la pared hasta llegar a la escalera y quiso Dios que diera con la puerta. La llamas llegaban al techo y la Virgen del Patrocinio estaba ya hecha un montoncito de cenizas. El fuego lamía los talones del Cachorro.
En esta fotografía realizada por Joaquín Rodríguez Noguera podemos observar los graves daños producidos en las piernas y pies del Cachorro. La madera se encuentra carbonizada y levantada en una gran parte su encarnadura. Otros importantes daños se apreciaban en el paño de pureza, en la zona de los vuelos, y en la espalda, con la policromía levantada.
El proceso de restauración de la portentosa imagen, fue llevado a cabo por los entonces muy jóvenes, hermanos Cruz Solís. Se inicia con la reintegración de la zonas perdidas de la imagen, como los dedos de las manos y en los pies, eliminando los restos calcinados y reintegrando y tallando las partes perdidas.
Se continua con el paño de pureza, donde se procede del mismo modo que en las otras partes, reintegrado y tallando las partes dañadas. Posteriormente, en el torso, donde se procedió a cerrar los ensambles y a reintegrar la policromía dañada debido a las altas temperatura que alcanzó la imagen; acto seguido se sanearon los ajustes de cada brazo con el torso, eliminando clavos, y se volvió a encolar, se desmontaron los dedos y se volvieron a ajustar adecuadamente.
Por último, se abordó la cabeza del crucificado eliminando la policromía que se hallaba llena de ampollas, cerrando juntas y grietas en la parte superior de la cabeza. Se reconstruyó el cabello y se fortaleció la policromía de la imagen, tanto a nivel de preparación como de su capa pictórica.
Los trabajos referidos comenzaron en junio de dicho año y lo culminaron con todo acierto los restauradores citados en septiembre del referido año.
Al Cristo del "Cachorro" al menos, en dos ocasiones se le ha sustituido la cruz arbórea; una vez en 1886, que era de madera de ácana, y en 1939-40, una de pino de flandes por encontrarse apolillada.
"...Cachorro mío, no nos des nunca la espalda."
esta asturiana te da las gracias por deleitarnos los sentidos con tan bellisimas imagenes, un besin muy grande.
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