En la noche del pasado sábado, en Triana, en su corazón, palpitaron corazones a un mismo son.
Regresaba, tras 27 años sin poder besarla la Banda de Música de la Cruz Roja a la Capilla de los Marineros. En Pureza, la expectación horas antes asombraba a propios y extraños. No era para menos. En la memoria se guarda aún como oro en paño aquella jornada histórica y bendita donde el palio de la Esperanza navegó entre un mar de trianeros para ser coronada canónicamente bajo los muros catedralicios. Entonces, unos tambores de ensueño, con platillos que relucían más que el Sol y una trompetería que anunciaba la buena nueva llenaron de musicalidad a esa estampa ya para el recuerdo.
Como olvidar el gran estreno, ‘Esperanza de Triana Coronada’ con la dirección de Enrique García Muñoz al frente de la Cruz Roja. Maestro de maestros, que encaró y llevó a la gloria a su banda durante cuatro décadas.
Aquello sin duda es complicado olvidar, pero siendo realista queda ya algo lejos. Y tan cierto es como que en los últimos años esta histórica banda de música no ha recibido precisamente las mejores de las críticas cofrades, pasando una etapa de una cierta decadencia y de desmejora musical.
Pero el sábado algo se palpaba, una sensación de frescura y de hambre de triunfo. Así llegaron los músicos, así se anclaban en Triana los instrumentos, que descendían de la habitual y sorprendente aún para muchos ambulancia de la Cruz Roja.
Eran las 20.15 horas. Faltaban minutos para que ellos pudieran mirar de nuevo los ojos de la Esperanza. Como en un vestuario antes de toda una final, se encontraba el equipo de músicos, concretamente en el salón de la casa hermandad que sale a Betis. El sudor era frío, la tensión se mascaba y dolía incluso respirar. La intensidad en la afinación de cada cual era extraordinaria, a la vez que conflictiva entre la mente y el corazón. Las agujas del reloj que apuntaban a aquel marco del Señor de las Tres Caídas parecía que no quería avanzar. Pero entonces llegó la hora…
El escenario acorde para la ocasión. Mientras, el músico comenzaba a pisar suelo sagrado de la Capilla de los Marineros. Daba temor levantar la vista y sentir el calor de un público que abarrotó hasta el más minúsculo rincón de la santa casa encalada. Los instrumentos relucían como si de estrenos estuvieran. 70 músicos a los pies de la Esperanza , el partido de esta finalísima debía comenzar.
Y así arrancó. En primer lugar, el General Grau se hizo protagonista dirigiendo la primera marcha. Una propia, ‘ La Quinta Angustia ’. Era el preámbulo hacia el éxito. En la primer parte 4 cuatro marchas procesionales, rindiendo honores al maestro D. Manuel López Farfán. Exquisiteces en ‘ La Estrella Sublime ’ o en ‘El Cristo de la Salud ’ barruntaban lo que allí iba a suceder.
Los nervios eran historia. La tensión se convirtió en deseos de comenzar pronto con la siguiente pieza musical. Todo estaba olvidado, o mejor dicho, todo se había transformado en un viaje al tiempo que les llevó a muchos a aquel junio del 84.
Y así todos los presentes lo alcanzamos. El majestuoso director de la Cruz Roja José Ignacio Cansino cedió su batuta al alma mater de muchos de estos músicos, al que tuvo el honor de dirigir por vez primera los sones de ‘Esperanza de Triana Coronada’ por las calles de Sevilla. Enrique García, allí presente apoyando a los suyos, regaló con su presencia revivir a muchos aquella tarde de verano siempre en la memoria de Triana.
La obra no pudo sonar mejor. Allí la gente en pie con las palmas rojizas por una ovación más que merecida. Y así le siguieron ‘Reina de Triana’, ‘Triana de Esperanza’ y ‘Soleá, dame la mano’. Al término de cada marcha los aplausos se sucedían en el tiempo y parecían escribir la eternidad. Pero es que como sonaba aquellos flautines, o esos trombones cargados de magia. Y ese redoble de tambor, único. O esas cornetas que marcaban el compás a unos bombos que sonaban hasta elegantes. Fue impresionante, un manjar exquisito para fortuna de los allí presentes.
Y para cerrar la guinda. Francisco Javier Gutérrez Juan, director de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, que tampoco falto a esta fiesta a la música en Triana, dirigió ‘ La Esperanza de Triana’ del homenajeado López Farfán.
¡Así sonreían sin parar los componentes de una banda que el pasado sábado disputaban a priori un partido bastante complicado! Pues al final victoria y por goleada. Patente y reflejado además quedó la labor extraordinaria de Cansino al frente de estos, muchos, jóvenes músicos, o de Javier Prieto que curra no sólo adormeciendo las baquetas sobre el tambor, sino día a día buscando lo mejor para los suyos. Muy especial fue para este último el encuentro con la Esperanza , volvía a la que es su propia casa.
Ya alguien lo pronunció aquella noche. “Merecen más de lo que tienen”. Por el momento y para alegría del mundo cofrade, al menos la Banda de la Cruz Roja ha vuelto, o mejor dicho…, nunca se había ido.
(A la Banda de la Cruz Roja de Sevilla)
Texto: Moisés Ruz
Fuente: Arte Sacro
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