Poco antes de medio día, tras coger el coche, me puse destino a Sevilla. Es verdad que allí el tiempo hacia de las suyas y estaba descargando agua, pero la tarde era muy larga y podía cambiar la cosa, porque aunque me llegaban noticias de las primeras Hermandades que decidían no hacer Estación de Penitencia, como Despojado o La Cena, las ganas de ver cofradías y pasos por la Hispalis soñada eran demasiadas, lo que hizo que no me diera la vuelta, aunque es cierto que me lo pensé tras ver como el cielo se ennegrecía conforme avanzaba el viaje, pero tenía seguro que la tarde no podría con esa Valiente que reta y puede hasta a una guerra misma, por lo que seguí tras el destino.
Llegué a Sevilla, chispeaba, mientras por el móvil me seguían llegando malas noticias como las de La Hiniesta, pero ya estaba allí y había que tener esperanza, que menos en la tierra de María Santísima, por lo que después de aparcar y hablar con mi amigo Manolo Soto a ver por donde andaba, me dirigí junto a una gran amiga que me acompaño en el viaje, a la calle San Jacinto, a esperar para ver salir un año más, a La Valiente, a La Estrella.
La salida se retrasaba, pero cuando aún el cielo no daba buen seguro, se abrieron las puertas de la Capilla, rompiendo la gente en una gran ovación.
Cientos de nazarenos empezaron a salir, tercio tras tercio, mirando al cielo, cuando de pronto empezó a llover de nuevo, lo que hizo que se abrieran los paraguas, pero la Hermandad siguió adelante, lo cual dejó ver una vez más el valor y la valentía de la que hacen gala, dando lugar a ese momento tan esperado por la gente que año tras año se congrega allí, la salida de las Penas de Triana.
Una mecía perfecta y unos izquierdos que ponen boca abajo cualquier calle, donde un contracte precioso de iris morado, hacían de ello una nueva estampa creo que inédita, teniendo de banda sonora de una película a la que todo cofrade le gustaría vivir cada día, a la Banda de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas, casi ná¡
Y llegó, haciéndose el silencio y rompiéndose en aplausos, salió La Estrella. Una de las cuadrillas más toreras de Sevilla, si no la que más bajo mi punto de vista, llegó, aunque sinceramente, no la vi con la finura que otros años, pues creo que se dejaron llevar más de la cuenta por un andar demasiado trianero, estando como no en su cuna, pero perdiendo ese caminar de palio de años anteriores que rozaba, para mí, la perfección. (Aún recuerdo aquella noche donde dije a mis amigos Carlos Chamorro, Simarro y Mari Ángeles, en la entrada de este palio "y mañana como le cuento yo a Isacio esto", de la maravilla inenarrable que estábamos viendo).
Pero llegó y pasó, como ya digo, con su valentía y disfrutando de cada pasito que daba, poniendo la guinda "La Oliva de Salteras", con la marcha más torera que he escuchado nunca y que no me canso de escuchar, "Estrella, Luz Marinera".
0 comentarios:
Publicar un comentario